martes, 22 de junio de 2010

With deep hatred, for thee:

El No-pueblo

Insulsos son sus cachorros, tan rebeldes en su normalizada irreverencia,

Amorfas están sus gentes que ya no guardan rasgo de humanidad,

Las calles llenas de luces y de un frenesí al que nada se le puede preguntar,

Pues la respuesta será un billete

Y los billetes no hablan, no sienten y no son porqués,

Son ilusiones malditas, muy viciadas y trilladas y brilladas…

Y qué dicen de sus voluntades, todas tan convencionales, todas tan mediatizadas.

La niñez es un jingle, la juventud es virtual y la adultez está vestida de rol, de corbata y rutina.

Tan estandarizados, tan postizos son los gringos con sus ídolos de espuma y ese torpe acento.

Mi cólera está en su “dichoso” desarrollo y su tranquilo caminar,

Y arrasar sin preguntar y hablar sin dialogar

Y explicar sin entender y obedecer y repetir.

En sus muchos edificios que no son más que lápidas, burlescas lápidas,

Sembradas sobre un espíritu terreno, lo que fue esencia y consciencia, sobre un verdadero pueblo.

Imagino al invadido revolcándose en su ira,

En la sangre de su herida que se eterniza en el aire;

Imagino las llamas cayendo del cielo, imagino el estruendo de una bomba ciega

O quizá tan solo tenga que recordarlo, o esperarlo.

Los estallidos, los gritos, las carcajadas mecánicas de las ametralladoras, los pedazos…

¡Cuidado muchacho, suelta esa maldita maquina, es una peligrosa fulminadora de futuros!

¿Es que no escuchas que al viento lo rompe el llanto y el dolor se rebosa por la grieta?

¿Es que no te das cuenta que la belleza escapa de tu ser con el tableteo de tu M16?

No, no hay razón que explique el pánico de un niño.

No hay motivo que trascienda el luto en sangre de una madre.

No hay otredad en la cabeza hueca de un gringo.

Pero el rebelde chamán navajo tocó la tierra y gritó furioso,

Y con sus lágrimas selló una maldición que rezó:

El invasor será obtuso, será ciego,

Las tierras usurpadas serán esquivas a sus deseos,

Sus desmesuras huérfanas de sentido, los harán gordos y enfermos como ninguna raza,

Serán masas grotescas y sufrirán de mil males.

Su identidad viciada, su nacimiento mal habido, serán causa de una incurable incoherencia,

Negaran al yo, masturbarán los mas ridículos dioses, serán sordos, serán parásitos,

Serán superfluos, prosaicos, serán tan solo un viento infecto, uno que enfermará a muchos,

Pero su indecoroso e impertinente soplar será tan solo una altisonancia que apenas rozará la canción, dejando un reniego en lugar de un recuerdo.

Entre historias, esencias y moribundas victimas suyas,

Está este gusano seudopueblo, este niño malformado y desorientado,

Que callará su estúpido bullicio cuando caiga de bruces por no amarrase los zapatos.

¡Que la justicia remunere al negro de la cárcel de algodón para que cante un blues amarillo!

¡Que la revancha empape los labios secos del nativo adolorido y sediento!

Tus pasos, blanco tirano, megalómano exacerbado, los niega el suelo,

La libertad misma denuncia tus improperios.

Gringo, bicho insulso, vacío, gringo malparido,

Prometo ir a tu funeral y dispararle al ataúd… es por seguridad.

Andrés Bastardo Grenouille.

miércoles, 9 de junio de 2010

Ése olor...


Pus

--¿Cómo se mata al Amor?

--Con besos asesinos.

--¿Cómo dices? Los besos no matan.

--Si lo hacen, son como puñaladas

--¿Cómo serían esos besos entonces?

--No se trata precisamente de cómo son.

--Entonces ¿Qué es lo que mata?

--Lo que mata es el beso, pero no por su forma.

--¿Es entonces la saliva?

--No. Es su momento, el tiempo que no existe pero define.

--¿Es el momento del beso entonces?

--Exactamente, el momento.

--¿Cuándo, precisamente?

--Eso es fácil de saber, cuando se percibe ése olor.

--¿A qué olor te refieres?

--Ése maldito olor, el olor del silencio.

--Y ¿A qué huele el silencio papá?

--A dios desnudo y muerto, a pus.

-- Pero si así huele todo el tiempo, a dios muerto.

--Si hijo, es porque dejé su cuerpo en el ático.

--¿Qué pasará con el Amor entonces?

--Morirá, siempre lo hace… ¿me ayudas a limpiar el ático?

--Sólo si luego me enseñas a dar esos infalibles besos.

--¿Ya se ha sobrepasado contigo? ¡Ése enfermo nunca aprende!


ANDRÉS BASTARDO GRENOUILLE.