miércoles, 15 de agosto de 2012

Tan sólo pídeme.


Quiero ser ése

Quiero ser la tierra en la que mueras
La boca en la que te viertas
Los ojos que te reflejen
Los hombros que te sostengan
La pluma que te enamore
El cuerpo que te haga arder
La voz que te conmueva
Quien te diga qué esconden las nubes
Quien haga reír a tu hijo.
Quien enjugue tus lágrimas prohibidas,
La prueba de tu libertad,
El guardián de tu hogar…
Aquel hombre tuyo. Sin dios. Sin más.
Tan sólo pídeme, seré eco grácil y sostenido…
De vos yo soy deseo concebido.

Andrés B. G.
(El jardinero de tus girasoles)

viernes, 3 de agosto de 2012

Perro de ceño fruncido


Cuidado. Que no le solace el brillo de mis ojos, que no le enamore mi aullido, que no le silencie mi vicioso susurrar. Yo cuando muerdo no suelto.

Y no es que sea yo una traición sin ojos ni alegrías. La certeza de mi sonrisa la tiene el que la tiene. Este monstruo tiene dueño y a su voz de mago obedece sin reniego. 

Mas no se fíe de la correa que de un jalón ya la rompo, y no le perdono gruñidos a perros de casta sucia como la suya.

Cuidado, pelafustán. Que no le distraiga mi reverencia, ante los indignos sólo me agacho para desnudar el puñal. No me duele dañar.



Andrés Bastardo Grenouille
(El guerrero del Alquimista)

lunes, 18 de junio de 2012

Oración para mi tía Chela



Adiós  

Ahí, tras la sombra de la puerta entreabierta y despintada,
Sentada en un maltrecho asiento de madera y cuero,
Ahí, con sus gruesos lentes y humildes vestiduras,
Esa negra de cabellos plateados,
Tan fuerte, Tan viva,
Recordaba infinitas historias;
Frente a ella yo,
Muy atento la escuchaba y admiraba su rara cabellera,
Como con vida, como ardiente fuego;
Ahí, bajo el aroma del café mi mirada se iba furibunda 
En un intento de penetrar los gruesos vidrios y llegar a sus ojos,
Ojos que el infortunio hace mucho dañó sin remedio.

Esa misma,
Mujer virtuosa,
Tan admirable,
Tan amada,
Ahí estaba,
Ahí indignamente tirada,
Olvidada en una fría camilla,
Padeciendo igual que muchos,
Todos apiñados en la sala maldita de un hospital muerto,
Donde ninguno escapará de perecer,
Donde todos en fallido intento me miran de consuelo,
Y con tétrica e hipócrita sonrisa muestran su dolor,
Colosal, contagioso dolor.

Ahí ella,
Ya no tan fuerte,
Ya no tan viva,
Desorientada pero enterada de lo inminente,
Se entregaba a la inmensa paz de la muerte;
Ella, sin pronunciar palabra me hizo entender su decisión,
Más bien deseo;
Una vez más se me hace tan claro que dios no existe,
Una vez más sé que nada es justo,
Que no tiene por qué serlo.
De pronto un frío puño me atraviesa y roba el aire,
Y las lágrimas caen sin que nada las detenga,
De pronto me siento tan vulnerable,
Tan diminuto e insignificante,
Ahí, una vez más, aborrecí la puta vida,
Fui odio e impotencia,
Fui tristeza y dolor.

Desde la oscura agonía asomaba su mano
Y sus dedos rozaban la tranquilidad que se acercaba,
Como la efímera brisa que cae al sediento moribundo,
Ahí, mi negra querida partía sin vuelta,
Ahí, sus ojos desnudos por fin veo y siento,
Y me dicen adiós.

Andrés Bastardo Grenouille
Tu sobrino

lunes, 4 de junio de 2012

Mi voz.




No quiero cambiar las plumas te tus alas,
Quiero señalarte dónde está el hollín que dejaron en ellas las paredes de tu infierno,
Quizá así tu vuelo sea más propio.
Y es que soy diablo viejo y mis alas ya no tienen plumas.
Son de cuero ardiente, sanado en cicatrices…
Y el vértigo es ya sólo un mal recuerdo,
Falta no más una maniobra de tus labios para corregir el viraje de mis caídas falsas…
Te lo pido, déjame cantar fuerte, muy fuerte, déjame alabar tu vuelo hermoso,
Déjame halagar la soltura de tus juegos aéreos,
Déjame sufrirte, no estoy incómodo con ello…
Pues la vida es el sufrir de cada sacro orgasmo.
Soltemos las carcajadas, que el cielo es eterno y no hay final cierto.
Sí, soy demonio obstinado, pero soy tu demonio, tu mancebo.


Andrés. El B. de G.
TU DEVOTO

domingo, 3 de junio de 2012

Con asco.



Es cuando las lágrimas secuestran mis ojos que su brillo fulge peligro.
Es cuando angustia soy que mis danzas se hacen más viriles y sin quererlo.
Es cuando no me importa la vida que circunda, que se sirve a mis dientes poniendo el orgasmo en la muerte.
Serás morbosa, vida enferma ¿Cómo ves en mi dolor oportunidad para eyacular tus mentiras?
Serás perra, vida sucia, promiscua, mentida.


Andrés, el Bastardo. Hijo de Grenouille.

domingo, 6 de mayo de 2012

Acto y forma.


¿Qué soy yo?
Un edificio de extraña altura
Un obituario extraviado
Un par de ojos desnudos
Un beso ahogado en lágrimas
Una pregunta mal hecha
Un juramento en tus manos…
Sólo soy un niño que juega descalzo.

Andrés B. G.

martes, 1 de mayo de 2012

Dijo el escarabajo de divinas rarezas



La vida no vale nada y quien vive mucho menos.
La muerte no tiene cuerpo, no es más que un recuerdo ajeno.
¡Ah! pero el momento, que se da en su despedida, es la única certeza.
¡Oh! y el silencio, el perfecto, fue donde supe que yo no soy.
Pero siento, como vos, siento. Igual que él y que vos yo siento.
¡Que la bulla es torpe! ¡Que la lengua miente! ¡Que la pluma es una loca con la boca abierta!..
Me olvidé de mí y entonces fui, entre absurdos, entre besos, en silencio.

Andrés Bastardo Grenouille.

miércoles, 18 de abril de 2012

Con fe me clavaré el cuchillo...


En el filo de un beso.


Me jacto de ser un muerto que más de una vez ha fallecido.
Me jacto de ser un fantasma con más carne que cualquier vivo.
Esta condena mía no necesita de juez ni de patíbulo.
¡Yo mismo! ¡Yo mismo derramaré mi sangre!
Y de mi inocencia convencido, con fe me clavaré el cuchillo,
El mismo que afilaste vos con tus gemidos, sobre aquél desierto de infernal brillo.

Andrés B. G. 

viernes, 6 de abril de 2012

El monseñor está en La Cruz. (Fragmento)


(...) De inmediato entró a la habitación y detrás de él Jesús, sorprendiéndolo cuando buscaba un limpiador que pensaba utilizar en el saco. Cuando el viejo se volteó a mirar a Jesús este sólo vestía su camisilla sin mangas, pues se había despojado de chaleco y camisa por miedo a mojarlos mientras limpiaba el saco. Esa imagen de parcial desnudez borró toda racionalidad presente en la cabeza del anciano, lo excitó a tal forma que se olvidó del ensayo, de la gente que los esperaban afuera, de su humanidad, del dios que nunca respetó más que a sí mismo y solo atinó a cerrar la puerta de la habitación.

-          Pásame eso- dijo el representante del señor recibiendo el saco de las manos de Jesús-, ven acá.

Dejó el saco sobre una mesita y tomó de la mano a Jesús poniéndolo en frente suyo mientras se sentaba.

-          Dios tiene una encomienda para ti.

-          ¡Dios!- dijo sorprendido el inocente Jesús.

-          Si, me dijo que tú eras quién debía ayudarme en mi labor, serás mi lacayo y ayudarás a hacer posible la voluntad del Altísimo- decía el viejo en pérfido tono mientras desabrochaba el cinturón de Jesús.

Al ver al sacerdote meter su mano sudorosa por sus pantalones para tocarle los genitales, Jesús despertó de su letargo producto de la euforia de ser un mercenario de su Dios, su gesto cambió y retrocedió unos pasos.

-          ¿Qué hace?- preguntó Jesús confundido.

-          Solo obedece Jesús, aquí ya no te escuchan respondió el viejo con voz autoritaria, transformado en una bestia en celo.

Rápidamente lo tomó de las manos tirándolo contra el piso, ya ahí lo dominó mientras bajaba sus pantalones; Jesús gritó y gritó lo más fuerte que pudo, pero nadie escuchaba sus lamentos, solo Abel parecía escuchar como por telepatía pero no decidía ir, pues obedecía las ordenes de don Facundo; mientras cogía sus manos con la mano izquierda y controlaba el resto del cuerpo con su peso, el asqueroso pederasta rotó el cuerpecillo débil de Jesús dejándolo boca abajo y sacó su pene erecto con la mano derecha, sin más, el terrible enfermo penetró con brutalidad al inocente joven, este dejó escapar un alarido desgarrador sin utilidad alguna y sobre el piso se acumulaban sus lagrimas calientes que expresaban su decepción, su desengaño y su dolor. El sacerdote estaba sordo, nada sería capaz en el momento de hacerlo parar, siguió penetrándolo con fuerza sin darle importancia a nada más que a su placer, desgarrando con cada movimiento el ano de Jesús; seguido del escalofriante concierto de gemidos desafinados y gritos desesperados, el monstruo eyaculó sin demora por su alto grado de excitación y lo hizo dentro del niño, dando el peor final, el más humillante para el momento más hiriente que había sufrido el pequeño en su vida diáfana hasta entonces.

El victimario, ya tranquilo después de ejecutar el abominable crimen, se quitó de encima de su victima, se acostó a su lado boca arriba para descansar su fatiga; Jesús inmediatamente le dio la espalda para evitar verlo y sin dejar de llorar, en su infinita impotencia, se retorcía de la ira y como si fuese instinto, con mucho dolor por el daño en su recto, recogió sus piernas hacia el pecho mientras bajaba la cabeza con los ojos cerrados, doblándose cual nonato, buscando afanosamente el calor seguro de su madre.

Después de unos instantes el viejo se paró del pisó, se acomodó el pantalón y mientras se colocaba la sotana sin remordimiento alguno decía:

-          Después de que yo salga sales tú. Ni se te ocurra hablar de esto porque todos se enojaran contigo, incluyendo a Dios ¡eres un pecador, eres un demonio indigno de la magna presencia del señor!.. hazme caso, yo soy de Dios su mano en la tierra.

Ya después de haber perdido su inocencia y su pureza, Jesús perdió su fe, era desde este momento un cuerpo vacío, ya no era un niño y tampoco un hijo de dios, pues un “hermano” suyo, un viejo pervertido se había encargado de hacerle ver que estaba solo y a la deriva y que tanto rezo y tanta devoción no le habían servido de nada en el momento en que, en mórbida ironía, una autoridad de la fe decidió romperle el culo. (...)





Andrés Bastardo y Ateo Grenouille

domingo, 11 de marzo de 2012

Bon appetite!


Ambrosía

Muerdo tu placer,
Como tu falo erecto,
Bebo tus gemidos,
Araño tu espalda
Y reclamo el oro de tu piel.

Entro en tu calor
Y me mezo.
Rápido, lento.
Y los cuerpos chocan
Melódicos, convulsos,
Ardientes, etéreos.

Siento los espasmos
Que arquean tu espalda,
Te sostengo del torso
Y quisiera morir en el coito.
Y yo enloquezco, enloquezco.

Me doy a vos, me doy todo
Ya me pedís y me doy
Desaparezco en vos
Desaparezco…
Y me pedís más.
Y más me doy, todo y más.

Gemidos, gemidos…
Temblores estremecidos.
Me empujo, te halo… y tirito
Ah… cosa magna,
Placer asesino,
Gigante y cautivo
Entre tu cuerpo y el mío.

Andrés B. G. (Tu devoto)