Torpe quejumbroso
Desear la vida ajena es torpe,
Un ejercicio estúpido e impreciso.
Pensar que una vida es cómoda
Es un equívoco inmortal,
Ninguna lo es y nunca será así.
Se trata de una existencia insulsa,
Un lamento con infinitos ecos,
Que rebotan y rebotan, tan sólo rebotan.
Se trata de una pesadilla confusa,
En la que la profesora de ballet
Te ordena que bailes descalzo
Sobre el ferrocarril;
Y te mandas a la danza
A ojos ciegos y manos sueltas,
Roza mi mano con la tuya y sabrás,
Mi piel es tan falaz como cualquiera.
Ahí viene el tren y en él la orquesta
Cuyos músicos son almas en pena
Que tocan sin cesar serenatas de papel.
Las vidas son tan inocuas,
Son como gritos desgarrados
Cuyas ondas de sonido
No se chocan, no se tocan
Y no rompen el silencio vigilante,
El silencio que recoge nuestros pasos
Para comerlos en la cena.
Andrés M. Bastardo