domingo, 8 de septiembre de 2013

Satisfecho.

La vasta nada.





A carcajadas vomito sobre aquellos sedientos
Que mueren tragando la tierra en donde fue promesa un río.
Y me lubrico con el llanto de todos los mancos
Que se arrancaron las piernas para sentarse a esperar.

¿A qué le temen los muertos más que a su propia boca?
¿Con qué se cava una tumba sino con sucia esperanza?
¡¿Qué mierda viste la gente además de sus burdos miedos?!
¡Ay! esos miedos enormes que van a parar al cielo, pues no se ve más allá.

Yo La angustia la como cruda y sin sal,
Desgarrándola con los dedos y masticándola hasta el olvido;
De sobremesa mi propia sangre, y postre de humo grueso...
Ya satisfecho me tiro al suelo, desnudo y descalzo
Y bullo hacia aquel absoluto que parece un cielo.



Andrés Bastardo Grenouille

miércoles, 17 de julio de 2013

Sin nombre.





Heme aquí, solitario en tu absoluta compañía.
Tan doliente en  nuestra diáfana embriaguez,
Tan distante entre mis propios brazos,
Vagando sin cura alguna a lo ancho de tus magnos labios.
Heme aquí siendo tu triste, tu malo.

Te ruego que no niegues mi amor desde mis quejas.
Nací así, enfermo, y mi mano no mide el dolor
Pues yo soy dolor, me hice en él.
Mas no hay dios capaz de evitar que sea uno en tu complejidad.
Ni fuerza alguna que pueda corromper mi perfección en tu reflejo.


Andrés B.G.

domingo, 26 de mayo de 2013

Poesía para internos:



Dos puntos

-Estoy cansado, agotado, muerto en vida… sólo ahí.
Estoy gastado, magullado, herido de muerte, débil, muy débil.
La mezquindad me sonríe y me hace cariños,
Siempre está allí escondida entre las uñas y la carne,
Entre las pestañas, en la comisura de los labios,
En ese dolor que me punza y me punza,
En ese resquemor que siempre atesoro
Como si de algo sirviera, y quizá sirva…
La mezquindad con mezquindad se cura. ¿No?..
Hace varios días que me duele el pecho,
Entre mis costillas se acuna un odio profundo que ya no tiene rostro,
Ya no tiene nombre, ya no tiene un porqué.
Ni siquiera estoy seguro de que sea odio,
Puede ser cáncer, no sé;
Lo que sé es que no me gusta,
No me gusto,
No  me gustan…
¿Qué me pasa doctor?

-No lo sé… no sé qué nos pasa señor.

Andrés B. Grenouille

miércoles, 24 de abril de 2013

Otra canción para vos.

MI SED TUYA 



Que dónde están tus mordiscos pregunta mi carne, entre más prontos están, ella más los reclama. Yo soy ansía que sólo tu voracidad embelesa.

Que cuándo será el grito libertario que se pare en tus míos orgasmos, preguntan todos mis pelos erizados en la espera de tu recio amor.

Que venga ya exige mi plexo impetuoso al tuyo, de grácil fiereza. Que venga ya, que se quema y sólo espera su ardor pendenciero para soldarse en un solo sol.

Que te apiades, que seas un buen dios reclama mi boca, y vengas y te derrames todo, todo vos, y le calmes esa sed eterna, esa sed devota.

Ven ya príncipe, Ven a mí, no demores, ven y arrójame a tu alegría, ven y satisfácete con mi hambre, ven a darme cuota de esta deuda que nunca cubrirás.

No alcanzará el tiempo para morir por última vez, pero ven y mátame cuantas veces puedas. Ven y ámame con belleza eterna. Ven y cómeme entero, una y otra vez.


Ámame como lo haces, mi perfecto. Ven y ámame como sólo los dioses pueden hacerlo. Por los siglos de los siglos. Amén.


ANDRÉS GRENOUILLE Del ALQUIMISTA

martes, 19 de marzo de 2013

En el otoño...


Otoño

El dolor se petrifica en las tripas y se le apoda costumbre.
Al placer lo apuñalan las agujas del reloj al son de un torpe tic tac.
Van todos cuál bueyes mugiendo al unísono sobre la acera,
Y esos semáforos de mierda que no paran de ladrar,
Y esos burgueses remilgando, llorando su triste gula.

Hace falta mirar a un lado, hace falta respirar.
Hace falta detenerse a saborear los dientes de la mezquindad.
Hace falta prescindir de sí para poder amar.
Hace falta mirar a los ojos a la muerte y besarla sin más.
Sólo se vive con la herida abierta, hace falta morir para saber volar.
En el otoño engrosan las raíces.

Andrés B. G.

viernes, 15 de febrero de 2013

Un reniego más...

Acotación.



Fui yo quien le arrebató la orquídea de la boca a Satanás.
Fui yo quien hizo sangrar las rosas blancas de Yhvh.
Fui yo el que embelesó a los querubines de los cielos,
De aquellos cielos profundos sin dueño ni ley,
Con juegos y regalos y trampas con sabor a hiel.

Fui yo quien lamió las nubes negras e hizo llover miel,
Quien arañó el sol aquel domingo en la mañana,
Perturbando el eterno sueño de aquél,
El haragán, el inocuo, el que nunca fue ni será.

Soy el hijo de mi padre y de mi madre.
El hermano de mis hermanos.
El tío de mi sobrino.
El amigo de mis amigos.
El perro de mis perros.

Soy aquel hombre de su hombre y de nadie más.
Aquel hombre ajeno, ajeno de sí, de Yhvh, de Satanás, de usted.
¿Me conoce usted?.. Qué va.


ANDRÉS B. GRENOUILLE