Heme aquí, solitario en tu absoluta compañía.
Tan doliente en nuestra
diáfana embriaguez,
Tan distante entre mis propios brazos,
Vagando sin cura alguna a lo ancho de tus magnos labios.
Heme aquí siendo tu triste, tu malo.
Te ruego que no niegues mi amor desde mis quejas.
Nací así, enfermo, y mi mano no mide el dolor
Pues yo soy dolor, me hice en él.
Mas no hay dios capaz de evitar que sea uno en tu
complejidad.
Ni fuerza alguna que pueda corromper mi perfección en tu
reflejo.
Andrés B.G.