Odiada amada mía
Ahí sigues, maldita,
Hermosa y desquiciada.
Ahí sigues tirada en el suelo,
Drogada hasta las pestañas,
Pidiendo que te penetre, pero sin besos.
Tu embriagante hedor a pus,
Que se concentra entre tus piernas,
Levita sobre la cama manchada de agonía.
Ésa esencia nauseabunda
Prólogo de mi llanto.
Me dan asco tus abrazos,
Tus caricias insolentes
Y tus dedos largos y morbosos,
Siempre masturbando la herida
Que tengo entre las costillas,
Que se inflama y supura bajo tus largos dedos.
Qué desgraciada eres
Odiada amada mía,
Con tu sexo sucio y ambiguo,
Tu bello rostro entre cabellos afilados
Y esas cicatrices que te provocas…
Qué malparida eres, toda plana y muda.
Cómo te odio, maldita,
Cuando en las noches pegas tu espalda a la mía
Y espías mis sollozos.
Sólo me queda escribir.
Andrés Grenouille, el Bastardo.