Funeral soñado
No quiero lutos ni lágrimas forzosas
Ni ebrios querendones besando mi cuerpo frío,
No quiero viejas camanduleras ni mariachis malolientes.
Yo no soy cristiano ni hijo de un dios.
Ahí estaré tieso, frente a ustedes
Más mudo que nunca, pudriéndome tranquilamente.
No quiero fiestas ni disparos ni humos,
Y por nada metan mi cadáver a un templo,
A que lo lama la mentira en su última exposición,
No permitan que los travestis de sotana me nombren,
Que callen prudentemente, como lo hace su dios.
No me velen, no me recen por favor,
No me encomienden a nada
Ni me entierren en campo santo.
Era un niño cuando advertí la mugre cósmica
Que cubría mi existencia perfecta,
Fueron años de sangre y restriego
Hasta quedar limpio de trascendencias,
Y así quiero pavonearme, incluso muerto.
No quiero ropas
La piel es hermosa cuando ya no es
No quiero ataúd
Ni una última cárcel aceptaré
No quiero velas
Mis ojos ya no tendrán nada para ver.
Tiren mis restos a los perros de pelea,
Ellos son sabios y sabrán que hacer:
No pagaran arriendo para un muerto,
No conservaran lo que ya no existe,
Y si aúllan nostálgicos, serán breves,
Luego darán lección ética al espectador
Y me engullirán, pedazo a pedazo, sin afán,
Integrándome por última vez
Al caos sublime de mi amor.
Este es el funeral de mis sueños.
Andrés Bastardo Grenouille