viernes, 3 de agosto de 2012

Perro de ceño fruncido


Cuidado. Que no le solace el brillo de mis ojos, que no le enamore mi aullido, que no le silencie mi vicioso susurrar. Yo cuando muerdo no suelto.

Y no es que sea yo una traición sin ojos ni alegrías. La certeza de mi sonrisa la tiene el que la tiene. Este monstruo tiene dueño y a su voz de mago obedece sin reniego. 

Mas no se fíe de la correa que de un jalón ya la rompo, y no le perdono gruñidos a perros de casta sucia como la suya.

Cuidado, pelafustán. Que no le distraiga mi reverencia, ante los indignos sólo me agacho para desnudar el puñal. No me duele dañar.



Andrés Bastardo Grenouille
(El guerrero del Alquimista)

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