domingo, 18 de noviembre de 2012

Y relincho...


El brillo oscuro de tu corcel. 


Ven y cose mis estigmas,
Ven y sálvame de mí.
Ven amor, cubre mis ojos
Del ardor de aquel infierno
Que reclama mi dolor.

Ya me muerdo, mi alquimista.
Ya me arranco el pellejo
Con el vicio de mis dientes…
Estoy enfermo, soy de hiel.
Y es que ése, su dulzor
Es mi sustancia sacra
Es mi brillo infinito
Lo que me hace perfecto
¡Ya cuéceme todo en tu calor!

Un dolor en mi espinazo
Me recuerda que soy diablo
Mas me basta con tus ojos
Con tu aliento, con tu voz,
Con una poca cuota tuya
Para soltar iracundo mi galope,
Y fulja diáfano en el baile de mi crin
El reflejo de la sonrisa de ese dios…

Basta con que me rose tu olor
Para que éste, tu caído, tu oscuro corcel,
Recuerde cómo se toca la lira
Cómo se hace arder el firmamento
Cómo consume la carne el buen fuego
Cómo se vive eterno
Cómo se ama y se es divino.

A veces muero, pero soy tuyo.
Tócame y renaceré.
Ámame, eternízame.
Arrójame a la vida.
Dame de tu magia, mi alquimista.
Y que dios sonría, que sonría.


Tu brioso poeta:
Andrés Grenouille.

jueves, 8 de noviembre de 2012

¡Atención!

                                 Un grito al oído




Idiotas, creyeron haberme tenido.
Pendejos, yo ni siquiera soy mío.
Miserables, yo no soy, yo existo.

Perros sumisos, almas indignas,
Si hacen falta bofetadas, las daré…
Préstenme su inútil atención:

No soy de vuestro dios un hijo fiel.
Ni de ustedes un hermano.
Existo grácil sobre el viento,
Entre la carne, desde la luz…
Y mi libre existencia los maldice

Impune, con el revés de mis manos,
Golpearé a vuestro mesías frente a ustedes,
Frente a sus estúpidas caras;
Y les castraré tanta imbécil carcajada.
Y no harán nada, no podrán.
Nunca pueden con nada…

De vuestra tonta paz seré el verdugo,
El voraz que inocuos todos anhelaban.
Quien dará fin a sus sonrientes agonías.

Traguen mi saliva y quizá sepan,
Quizá así adviertan,
Que los nombres no importan
Que lo que brilla es la existencia
Que estamos y ya
Y nada más… no importa más.

¡Atención, ineptos, atención!
Que un asesino está hablando de amor.

Andrés G. del Alqumista
Tu poeta, tu mancebo.