jueves, 8 de noviembre de 2012

¡Atención!

                                 Un grito al oído




Idiotas, creyeron haberme tenido.
Pendejos, yo ni siquiera soy mío.
Miserables, yo no soy, yo existo.

Perros sumisos, almas indignas,
Si hacen falta bofetadas, las daré…
Préstenme su inútil atención:

No soy de vuestro dios un hijo fiel.
Ni de ustedes un hermano.
Existo grácil sobre el viento,
Entre la carne, desde la luz…
Y mi libre existencia los maldice

Impune, con el revés de mis manos,
Golpearé a vuestro mesías frente a ustedes,
Frente a sus estúpidas caras;
Y les castraré tanta imbécil carcajada.
Y no harán nada, no podrán.
Nunca pueden con nada…

De vuestra tonta paz seré el verdugo,
El voraz que inocuos todos anhelaban.
Quien dará fin a sus sonrientes agonías.

Traguen mi saliva y quizá sepan,
Quizá así adviertan,
Que los nombres no importan
Que lo que brilla es la existencia
Que estamos y ya
Y nada más… no importa más.

¡Atención, ineptos, atención!
Que un asesino está hablando de amor.

Andrés G. del Alqumista
Tu poeta, tu mancebo.

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