miércoles, 26 de mayo de 2010

¡Maldita sea!


Torpe quejumbroso

Desear la vida ajena es torpe,

Un ejercicio estúpido e impreciso.

Pensar que una vida es cómoda

Es un equívoco inmortal,

Ninguna lo es y nunca será así.


Se trata de una existencia insulsa,

Un lamento con infinitos ecos,

Que rebotan y rebotan, tan sólo rebotan.

Se trata de una pesadilla confusa,

En la que la profesora de ballet

Te ordena que bailes descalzo

Sobre el ferrocarril;

Y te mandas a la danza

A ojos ciegos y manos sueltas,

Roza mi mano con la tuya y sabrás,

Mi piel es tan falaz como cualquiera.

Ahí viene el tren y en él la orquesta

Cuyos músicos son almas en pena

Que tocan sin cesar serenatas de papel.


Las vidas son tan inocuas,

Son como gritos desgarrados

Cuyas ondas de sonido

No se chocan, no se tocan

Y no rompen el silencio vigilante,

El silencio que recoge nuestros pasos

Para comerlos en la cena.


Andrés M. Bastardo


2 comentarios:

  1. Si uno desea la vida ajena, es que no está conforme con la suya. Obviamente. Pero cuando no se está conforme tampoco con las de la gente que vemos a nuestro alrededor, es el momento de gritar; ¡Houston, tenemos un problema!.

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  2. Tienes buen odio amigo. Aunque debo reconcer que ¡ESTOY GRITANDO CON TODA LA FUERZA DE MI IRA HERIDA!

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