Quiero confesarte, niño encanto, que el hombre que te ama no
es uno, sino muchos, y todos, a manos desnudas, entre mis carnes, se matan
entre ellos todo al tiempo reclamando la acción, para ser quien te acaricie la
sonrisa con delicados mordiscos, quien se contorsione en los aires de tu
vaivén, quien pueda llamarse a cada instante tuyo.
Andrés B. Grenouille
¡Oh! querido amigo poeta, la elección del ser amado y el consumar su amor sagrado es una muestra de Dios mismo sobre los hombres...No la dejes pasar a tu lado...Bebe cada gota de su milagro antes de que siga su curso por el río de la vida...Bellas letras las tuyas...Besitos...Any
ResponderEliminar